29 oct 2009

Chat/Radio Raices Tabasco

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28 oct 2009

Las voces de la naturaleza



LOS CUATRO ELEMENTOS.

En Tabasco la naturaleza es pródiga. Selvas, pastizales y agua cubren su suelo. La selva todavía prolifera en la riberas del río Usumacinta y en aquellas regiones donde el acceso es difícil. Los grandes pastizales sirven de alimento al ganado. Y el agua, que atraviesa la región encauzada por el lecho de dos caudalosos ríos: el Grijalva y el Usumacinta, se deposita en vastas lagunas, o al llover copiosamente sobre las tierras de Tabasco, suele producir inundaciones.

Fértil y pródigo es el suelo de Tabasco: permitirle producir todo lo que ese suelo se disponga a dar, constituye un propósito de sus habitantes. También el subsuelo de Tabasco es rico, pero la riquiza del petróleo presenta dos rostros: oro negro suele llamársele y, en efecto, tiene a la vez el resplandor del oro y lo oscuro de la contaminación.

Las primeras culturas del mundo crecieron alrededor de los grandes ríos. Nuestro estado forma parte de la vasta región del sureste de México, donde floreció más de dos mil años la cultura olmeca.

El Grijalva y el Usumacinta bañan las tierras de Tabasco. Gracias a su privilegiada geografía, en Tabasco se dan en abundancia los cuatro elementos de la naturaleza de que hablaban desde los orígenes de la civlización occidental los primeros filósofos griegos: agua, tierra, fuego(calor) y aire. El hombre de Tabasco es la síntesis de esos elementos.

EL NOMBRE DE TABASCO.
En el capítulo XI de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo -quien participó en la conquista de los pueblos prehispánicos- refiere a la llegada a un río "que se llama Tabasco porque el cacique de aquel pueblo se decía Tabasco...". El río se llamará en lo sucesivo Grijalva -advierte- en honor de su descubridor español. El cacique, llamado Taabs Coob, era hermano de Moch COob, señor de Champotón.

El ingeniero y naturalista tabasqueño, José Narciso Rovirosa, considera que tales versiones son inexactas. Prefiere la de Alberto Correa: Tabasco vendría de la palabla Tlapalco que significa en lengua náhuatl: lugar donde la tierra está húmeda. Señala Rovirosa la posible etimología: tlalli, tierra; paltic, cosa mojada o húmeda; co, en. "En la tierra húmeda": Tabasco, que en el nombre llevaría (de ser correcta esta versión) la más perfecta descripción de su naturaleza.


Posiblemente, el nombre de Tabasco no fue elegido por los españoles, porque se supone que los indígenas llamaban así a este territorio y la palabra es de origen náhuatl. Así lo advierte Francisco J. Santamaría, quien opta por otro origen etimológico: Tabasco vendría de tlapachtli; tlalli: tierra y pachtli: malhojo, hierba que cuelga, como el heno de los árboles. A ese pastle que cuelga de los árboles en las riberas de nuestros ríos, los tabasqueños suelen llamarlo barba de viejo: "estrías, con apariencia de musgo, de un verde botella acuoso, que bajan hasta mojar sus delicadas puntas en las aguas...". Según esta etimología, la más reciente, Tabasco sería "tierra del pastle".


EN EL MAPA DE MÉXICO.

Nuestro estado se encuentra situado entre los paralelos 17°14' y 18°39' de latitud norte y los 91°00' y 94°07' de longitud oeste. Enclavado en la región sureste del país, en la Llanura Costera del Golfo, limita al norte con el Golfo de México, al este con el estado de Campeche y con Guatemala, al sur con el estado de Chiapas y Guatemala, y al oeste con Veracruz. Ocupa una superficie territorial de 25,267 kilómetros cuadrados. Tabasco tiene un litoral hacia el Golfo de México de 191 kilómetros de longitud.


AGUA POR TODAS PARTES.

En Tabasco el agua es tan abundante que llega a haberla en demasía. Se concentra aquí la tercera parte de los recursos hidráulicos del país. Grandes albuferas y numerosas lagunas de agua dulce se hallan diseminadas por todo el territorio.

Son numerosos los ríos cuyas aguas, mansas y de poca profundidad, bañan las regiones en todas direcciones. Los ríos más caudalosos son el Usumacinta –el de mayor caudal en la República – y el Grijalva, ambos parcialmente navegables.

Todo gira en tierras de Tabasco, en torno al agua. Cuenta un relato que a un personaje de nuestro estado que visitaba la ciudad de México, le preguntaron un día cómo era Tabasco. Él contestó que más que tierra tenía agua; tomó una hoja en blanco, sacó su pluma fuente y de un golpe vertió toda la tinta azul de su pluma sobre el papel y respondió: “Así es mi tierra. ¡Agua por todos lados!”.

El sistema fluvial de Tabasco se constituye principalmente con los caudales del Usumacinta y el Grijalva, y con sus numerosos afluentes. Sólo queda fuera de este sistema el río Tonalá, que sirve de límite entre Tabasco y Veracruz, al oeste del municipio de Huimanguillo, y los pequeños ríos de La Chontalpa que se alimentan del exceso de agua de lluvia acumulada en los popales (pantanos). Todos los ríos desembocan en el Golfo de México.

Los ríos Usumacinta y Grijalva se originan en las montañas de Los Altos, en Guatemala, muy cerca uno del otro. Luego se separan al atravesar Chiapas y derramarse por la llanura de Tabasco, hasta reunirse al final en un solo brazo, poco antes del puerto de Frontera.

El río Usumacinta (lugar donde hay monitos) es, como ya dijimos, el más caudaloso de México. Dos corrientes concurren para darle origen: el río Salinas y el río de la Pasión, a los que luego se une el río Lacantún. En Huehuetenango, Guatemala, donde nace, los múltiples arroyos y manantiales que lo generan en lo alto de la sierra se confunden con los que van a nutrir el río Grijalva. El río Salinas procede de regiones de más de dos mil metros de altitud y el río de la Pasión se desliza entre colinas suaves y llanuras, hasta que confluyen ambos y se integran al Usumacinta. El Lacantún, constituido por afluentes como el Lacanjá, el Tzendales y otras corrientes, baja de las montañas del norte de Chiapas y se vuelve también su tributario. El Usumacinta marca la frontera entre Guatemala y México durante un largo trecho.

El “alto Usumacinta” fluye 200 kilómetros a partir de la unión del Salinas y la Pasión hasta la Boca del Cerro; en su margen izquierda se encuentran las ruinas de Yaxchilán. Los famosos raudales de Anaité, El Cayo, Piedras Negras y San José y os desfiladeros que el río abrió entre las montañas impiden la navegación en algunos tramos, hasta Boca del Cerro, a 12 kilómetros de Tenosique, imponente acantilado de casi 300 metros de altura que encajona por ambos lados el curso del río.

El “bajo Usumacinta” comienza en Boca del Cerro y recibe 60 kilómetros después de Tenosique al más caudaloso de sus afluentes: el río San Pedro, procedente del Petén guatemalteco. En su recorrido por territorio tabasqueño ya no encuentra ningún obstáculo montañoso. Al norte de Emiliano Zapata recibe el tributo del río Chacamax, que nace en las sierras cercanas a Palenque y, pasando por esta población, vuelve a enriquecerse con numerosos arroyos hasta que se divide en vario brazos, uno de los cuales es el río Palizada, que irá a salir a la laguna de Términos en el estado de Campeche. Al norte de Jonuta se desprende el río San Pedro y San Pablo, que sirve de límite entre Tabasco y Campeche y desemboca en el Golfo de México en la barra de San Pedro.

El gran brazo principal del Usumacinta recibe aguas de lagunas y arroyos y del propio Grijalva, hasta abrirse en dos corrientes que enseguida volverán a reunirse en el punto conocido como Tres Brazos con el río Grijalva: juntos saldrán al mar por la barra de Frontera. En su desembocadura, la corriente formada por los dos grandes ríos alcanza un ancho de alrededor de un kilómetro y medio. En su recorrido, desde la unión del río Salinas con el río la Pasión hasta Tres Brazos, el Usumacinta se ha deslizado a lo largo de 612 kilómetros: 200 kilómetros en su cauce alto y 412 kilómetros en el bajo.

También el río Grijalba nace en el departamento de Huehuetenango, en el vecino país de Guatemala, para luego fluir por la Depresión Central de Chiapas, recibiendo numerosos afluentes de este accidentado recorrido, entre ellos el Chicomuselo, el Salinas Grande, el San Pedro, el Santo Domingo y el Suchiapa.

En Chiapas, el Grijalva recibe el nombre de Grande y a partir de Raudales de Malpaso –donde se construyó la presa Netzahualcóyotl – se le nombra Mezcalapa; pasa al sur del cerro Mono Pelado (límite entre Chiapas, Veracruz y Tabasco) y penetra en territorio tabasqueño cerca de la población de Amacochite en el municipio de Huimanguillo. Todavía a fines del siglo XVI, el Mezcalapa seguí su curso por el lecho que hoy se conoce como río Seco y conducía sus aguas hacia el mar por la barra de Dos Bocas. Probablemente a fines del siglo XVII (según descripciones y mapas de la época) el río modificó su rumbo hacia el este por el curso que ahora recorre.

José Narciso Rovirosa recoge una leyenda según la cual los indígenas de la región lograron modificar el curso del río Grijalva en 1675 y evitaron así las incursiones piratas en la región de La Chontalpa. No es posible comprobarlo. De cualquiera manera, el antiguo cauce fue abandonado y al sur de Cárdenas el río tomó rumbo hacia el este dirigiéndose a Villahermosa. Los cambios en su curso continuaron; a fines del siglo XIX se abrió una salida en la margen izquierda del río Carrizal, brazo del Mezcalapa, desviando hacia el río González buena parte del caudal.

Cerca de Villahermosa recibe el tributo del río Pichucalco o Ixtacomitán; y en la Meseta Central de Chapas el río Mezcalapa adóptale nombre de Grijalva. Cuando el río de la Sierra penetra en tierras de Tabasco se le conoce como río Teapa y, cerca de la población de Cacao, recibe el caudal del Tacotalpa; es así como el Grijalva, ya muy enriquecido, llega a Villahermosa para seguir su curso rumbo al mar. Todavía en ese trayecto final, recibirá la aportación de los ríos Chilapilla y Chilapa, que son los dos brazos del río Tepetitán a Tulijá, el último de los grandes caudales que incorporan al Grijalva, procedente también del estado de Chiapas. A través del Tulijá llegan al Grijalva las aguas del subafluente Puxcatán o Macuspana.

Tras esa larga travesía, el río Grijalva confluye en Tres Brazos, 84 kilómetros después de Villahermosa, con los dos brazos del Usumacinta; 12 kilómetros más abajo pasarán juntos el puerto de Frontera para salir por fin al golfo de México, siete kilómetros después, por la barra de Frontera. Este brazo común de los dos ríos, cuando no recibía todavía el caudal del Mezcalapa, fue el que los españoles bautizaron con el nombre de Grijalva.

Los ríos Usumacinta, Chilapa, Grijalva y Mezcalapa corren por tierras tabasqueñas cuyos terrenos so bajos y pantanosos, provocando el paso del agua de las mareas, lo cual causa inundaciones en época de lluvias. Estos ríos han formado un sistema llamado el Delta de Tabasco, a semejanza de un delta o abanico, que cubre una superficie de 18 mil kilómetros cuadrados. Pedro A. González, autor de “Los ríos de Tabasco”, advierte en 1906: “Nos encontramos aquí con un fenómeno de transporte y sedimentación verdaderamente excepcional, más intenso, digámoslo así, que en cualquier otro lugar del planeta…”

El río Tonalá corre hacia el oeste de nuestro estado. Se origina en la Mesa Central de Chiapas por la unión de los ríos Pedregal y Las Playas. Recibe varios afluentes, como el Tencochapa, el Zanapa, el Blasillo, el Chicozapote y el Pedregal. Este último sirve de límite a Veracruz y Tabasco. Desemboca formando la barra de Tonalá en el Golfo de México.

TRÓPICO HÚMEDO.
El clima de Tabasco es tropical húmedo. La temperatura asciende de los 10 grados centígrados en los meses más fríos –enero y diciembre –, hasta los 42 grados centígrados en los más calurosos; y puede decirse que, en virtud de la escasa altura de la región con respecto al nivel del mar, las temperaturas permanecen uniformes. El promedio anual es de 25 grados centígrados.

Las lluvias en Tabasco son muy abundantes y de las más altas en el mundo: 2,750 milímetros anuales; la temporada de lluvias abarca la mayor parte del año: de junio a marzo. Sólo la primavera es seca en nuestra tierra y eso, relativamente. En verano llueve con más intensidad: son las lluvias torrenciales conocidas como turbonadas. Cuando el calendario marca el otoño y el invierno, por aquí empiezan a soplar los nortes, que se traducen en prolongadas lluvias, menos impetuosas que las del verano, pero que pueden durar varias semanas.

Los ríos y las lagunas alcanzan su máximo nivel de agua entre los meses de septiembre y noviembre; entonces de producen las inundaciones, cuyo efecto en la agricultura fue en otras épocas desastroso y que siguen afectando a muchos terrenos de cultivo, aún después de la construcción de la presa de Malpaso.

LLANURAS DE ALUVIÓN.
Los suelos están constituidos esencialmente, por materiales de acarreo de los ríos. También lo ha dicho Pellicer con una metáfora: “Esta es la parte del mundo en que el piso se sigue construyendo”. Y, en otras palabras, lo ha escrito Rosario Gutiérrez Eskildsen: “Esta planicie se formó de los deslaves que los ríos caudalosos, como brazos potentes, hicieron de las montañas de Chiapas. Tierra tropical con tantos ríos y arroyos como estrellas hay en el cielo, geológicamente es una enorme cantidad de arenas de aluvión, abandonadas por las corrientes que la surcan”. Predominan en Tabasco los suelos arcillosos.

La mayor parte del territorio es una planicie que se extiende a la vista, sin obstáculo alguno, hasta el horizonte. Al sur, sin embargo, existen algunas elevaciones que forman parte de la Meseta Central de Chiapas. Entre los montes o cerros más importantes de encuentran: el Madrigal, que tiene aproximadamente mil metros de altura sobre el nivel del mar; La Campana, La Corona y Poaná en Tacotalpa; Mono Pelado en Huimanguillo, y el Tortuguero en Macuspana.

La constitución de los suelos tabasqueños –que en su mayor parte son llanuras de aluvión –los hace inmejorables para la agricultura, sobre todo de cultivos perennes tales como el cacao, el plátano y el coco.

La naturaleza fue pues, pródiga con Tabasco, el lugar más rico de la República en recursos hidráulicos; José Eduardo de Cárdenas daba testimonio de ello, a principios del siglo XIX: “La feracidad de su terreno regado con bellos ríos y riachuelos es tal y tan varia en preciosas producciones, que puede parangonarse con los países más fecundos… Allí vive de asiento la primavera…” La flora y la fauna y el petróleo integran, con el agua, las riquezas naturales de nuestro estado.

Pero no hay que olvidar que si flora y fauna son recursos renovables y si el agua, esa gran fuente de energía, seguirás prodigando sin cesar sus favores y también sus eventuales infortunios a los tabasqueños, el petróleo es un recurso no renovable, es decir, que acabará por agotarse.

De ahí la necesidad de aprovechar los beneficios que ahora produce el petróleo, para fortalecer y consolidar la riqueza permanente de Tabasco: la agricultura, la ganadería y la pesca; la industria beneficiadora de la materia prima que producimos (cacao, copra, plátano, azúcar, carne, pescado, etc.); la incipiente industria turística, etcétera. Siendo nuestra tierra tan rica y nuestras aguas tan abundantes no se justifica que, todavía, muchos tabasqueños padezcan desnutrición por una insuficiente alimentación.

ENTRE SELVA Y SABANA.
Seis son los tipos de vegetación que se dan en Tabasco: la selva baja de hoja caduca (pierde su follaje en la época de seca), selva alta siempre verde, selva baja siempre verde, la sabana, el manglar y el popal – tular.

Los tipos selváticos han sido ampliamente sobreexplotados con fines pecuarios extensivos o agrícolas nómadas, lo que ha originado la desaparición casi total de la vegetación original y una subutilización y pérdida del suelo. Las especies representativas de este tipo de vegetación son el cedro y la caoba.

La sabana se caracteriza por una gran diversidad de pastos, los suelos tienen mal drenaje por lo que la sabana permanece inundada durante la época de lluvias, las especies que se encuentran son forrajeras como el tachicón y los pastos pangola de África, privilegio, jaragua y alemán.

La vegetación de manglar se localiza principalmente en las orillas de las lagunas costeras, de bahías protegidas y las desembocaduras de los ríos. Se dan en suelos profundos y de agua salina y estancada. En el manglar se encuentran especies leñosas, algunas arbustivas, otras arborescentes, permaneciendo siempre verde. La especie característica es el mangle; hay mangle rojo, negro y blanco. El blanco sirve para hacer carbón y postes para cercas, el rojo es rico en taninos, sustancia que sirve para curtir pieles.

Esta vegetación se considera propicia para desarrollar la acuacultura, ya que sus raíces sirven de sustrato para el desarrollo de una fauna acuática diversa como son ostras, almejas y langostinos.

El popal – tular se desarrolla en grandes superficies pantanosas o de agua dulce permanentemente estancada. El popal está formado por plantas herbáceas, de hojas grandes y anchas. En el tular se encuentran especies como Thypa, que se utiliza para el tejido de juguetes y petates. En ambos casos la vegetación es tan densa que apenas deja ver el pantano que esconde debajo.

La flora de Tabasco es variadísima en árboles, arbustos y hierbas. Abundan los árboles frutales como el zapote (el mamey de otros rumbos), el tamarindo, la pitahaya, el nance, el chicozapote, la guaya, la hondura, la pomarosa, el marañón, el guanábana, el naranjo, el toronjo, el limonero, pan de sopa (árbol del pan), el cocotero, el plátano, el zapote prieto y el deliciosos chinín, así como el aguacate; todos ellos más o menos corpulentos y con frutos de sabor inigualable. El cafeto merece también ser nombrado, puyes de él se extraen unas semillas que al ser tostadas y molidas producen una deliciosa bebida: el café. Del tronco del árbol del cacao cuelga su espléndido fruto. Las plantaciones ofrecen una acogedora sombra gracias a las matas “madre” que cobijan al cacao. Tubérculos como la yuca y el macal, hierbas como la chaya, el chipilín y el momo (hierba santa) y chiles como el amashito son propios de esta tierra.

Crecen en nuestro territorio numerosos árboles ornamentales: la palma real alcanza los 20 metros de altura y tiene, en su parte superior, un majestuoso penacho que la hace aparecer como una sombrilla natural; hay framboyanes que incendian con sus llamaradas color naranja el verdor de nuestro paisaje, el guayacán de bella flor amarilla y el macuilis que se llena de flores lilas en primavera. La centenaria y majestuosa ceiba, que en épocas remotas fue venerada por nuestros antepasados, ha logrado subsistir pese a que ha sido muy explotada. Subsisten árboles de maderas preciosas, cedro y caoba, en exiguas cantidades.

Así es Tabasco. Un paisaje de selva exuberante que alterna con vastas extensiones de sabana donde pasta el ganado. Colinas suaves, lagunas, ríos, riachuelos y arroyos. Árboles enormes, de fruto y de flor, bejucos que se enredan en los tallos y helechos que proliferan en la umbría humedad de la selva o en las márgenes de arroyuelos y ríos.

FAUNA DE TIERRA, DE AIRE Y DE AGUA.
La fauna tabasqueña, tanto acuática como terrestre, es variada y fascinante. La mayoría de la población animal está estrechamente vinculada con la vegetación selvática que cubrió, en otra época, casi todo nuestro territorio. Ahora sólo se da, en aquellas condiciones originales, en las riberas del Usumacinta, entre Tenosique y Balancán, muy escasamente habitadas por el hombre.

La cacería y los desmontes para albergar el ganado, han diezmado la fauna propia de la vegetación selvática; sin embargo, subsisten, aunque en número menor, casi todas las especies que antaño poblaron nuestras tierras. Aquí contrastan la elegancia de la garza y la belleza multicolor del loro y el papagayo, con el temible aspecto de serpientes ponzoñosas que reptan disimuladas entre la hierba al acecho de algún despistado animal; la dulzura de los trinos del zenzontle, la calandria, el ruiseñor y el cardenal, con los gritos de los monos – ya escasos – que saltan de rama en rama; la agilidad del venado y el ocelote, con la torpeza de la tortuga, en todas sus variedades: la hicotea o jicotea, el pochitoque, el guao y el chiquiguao.

Tiempo atrás, en los lugares más apartados, podíamos contemplar el espectáculo de soñolientos lagartos que disfrutaban del son en los playones que forman los grandes ríos en su recorrido, o en los pantanos que abundan en la zona. En la selva se escucha aún el canto de pájaros, que a ciertas horas del día y antes de que entre la noche pueblan el silencio; más tarde, entre las sombras y grillos nos recuerdan que todo está vivo a nuestro alrededor.

Como es propio de los climas tropicales húmedos, numerosos insectos habitan estas tierras. Las hormigas, en su afán por conseguir alimento y por construir o resguardar su hormiguero, hacen alarde de tal coordinación y conjunción de esfuerzos para alcanzar su meta, que merecerían ser imitadas por el hombre. También las abejas dan la imagen de una organización ideal. Moscas y mosquitos, en cambio, pueden llegar a ser una verdadera plaga y un atentado a la salud de los hombres. Luciérnagas y cocuyos (o cucayos) brillan en la oscuridad: pequeñas luces que se pierden entre árboles y arbustos y que se reflejan en las aguas de lagos y ríos. Las mariposas policromas pueden confundirse con los múltiples colores de la vegetación. Las perniciosas garrapatas azote del ganado y la tarántula, arácnido dañino, a la que por aquí le dicen “yerba”, deben ser combatidas.

Interminable sería una lista que incluyera las aves que habitan en Tabasco. Las hay de múltiples tamaños y colores; de dulces y melódicos trinos y otras cuyas voces mueven más a la melancolía como el tecolote y la lechuza; abundan aves acuáticas como el martín pescador, la grulla, el pelícano y diversas especies de patos, incluyendo el “pijije” criollo; aves parlanchinas como la cotorra, el loro, la chachalaca y la tutupana; otras con certero vuelo como el gavilán; de vistoso plumaje como el quetzal, el tucán y el guacamayo; de rapiña, como el zopilote y el quebrantahuesos. Las garzas, infatigables compañeras del ganado, liberan a las reses del tormento de las garrapatas.

Abundan en Tabasco mamíferos de las más diversas características: desde una pequeña ardilla que mide no más de 40 centímetros, hasta un tapir que alcanza dos metros de longitud. Los monos y las ardillas son los principales mamíferos habitantes de la selva. Quedan pocos zaraguatos, en los manglares cercanos a la costa y en la selva del Usumacinta; abundan más los pequeños monos – araña. En los inmensos pastizales vive y se reproduce el ganado bovino, de distintas razas, aunque es el cebú el que mejor se ha adaptado al calor tabasqueño. El borrego Tabasco soporta también los rigores de nuestro clima.

Entre los felinos, además del gato común que con frecuencia suele ser la mascota de una familia, podemos hallar todavía magníficos ejemplares de ocelotes (tigrillos) mientras que el jaguar casi ha desaparecido. La cacería indiscriminada de estas especies amenaza con extinguirlas completamente.

No demasiado grandes pero sumamente ágiles son los venados que aquí habitan. El venado “cola blanca”, que llegó del norte, reside aún en las fronteras entre selva y sabana y entre los arbustos de las zonas pantanosas pero también está amenazada su sobrevivencia por la captura excesiva. En ríos y lagos podemos observar a las juguetonas nutrias o perros de agua.

El jabalí es un raro espécimen que se parece al cerdo doméstico; posee una gran velocidad y generalmente anda en manadas guiadas por un jefe, el jabalí “tamborcillo”. Pero son pacíficos y sólo atacan cuando son agredidos, caso en el que pueden resultar sumamente peligrosos. También abundan, el puerco de monte, el armadillo o jueche y el conejo, mientras que el tapir o danta casi ha desaparecido.

Las serpientes, en su gran mayoría, son temibles por lo activo de su veneno. En nuestra tierra existe una gran variedad de ellas, entre las que destacan la nauyaca, la coral o coralillo y la víbora sorda. La masacúa y la boa constrictora no son venenosas. Contra lo que suele creerse, la serpiente no es animal traicionero; muerde sólo si es atacada o perturbada, pero jamás lo hace porque sí.

Las especies acuáticas abundan en los innumerables ríos y lagunas, además de las que habitan en el mar. Deliciosas al paladar son las distintas variedades de mojarras, los guachinangos, los pargos, el robalo, las sardinas, las chernas, las truchas, los jureles, las lisas, el bagre, el cazón, el camarón, la “pigua” o langostino de agua dulce y el ostión.

Especial interés merece el manatí, ese animal casi mítico, que la imaginación de los conquistadores, confundió con las sirenas. Este obeso mamífero – en ocasiones llega a pesar hasta 700 kilogramos – más que una sirena parecería una vaca acuática. Pese a que se trata de un animal inofensivo se ha visto terriblemente diezmado y ya es casi imposible admirarlo. Misioneros y navegantes lo describieron porque a todos parecía u anima fantástico por su apariencia y sus costumbres.

Un cronista francés, quien cuenta que ya en 1677 era muy difícil encontrar un manatí, observa que tiene mala vista pero excelente oído, que se alimenta de hierbas acuáticas y que, una ve satisfecho, duerme plácidas siestas en las riberas, roncando y ofreciéndose como presa fácil. Aquel misionero relata que la hembra amamanta a sus hijos y entre la madre manatí y sus pequeños, se da un verdadero afecto; durante meses la madre lleva al hijo junto a ella, bajo uno de sus brazuelos. William Dampier, un filibustero inglés que participó en las correrías por Campeche y Tabasco, y luego escribió un Viaje alrededor del mundo, que lo hizo famoso, recuerda que aquí abundan en la boca de los ríos y en los arroyos y que, donde era escasa la profundidad, todo el lomo flotaba fuera del agua mientras ellos “pastaban a placer”.

Haciendo referencia a los animales raros, no puede pasarse por alto al singular pejelagarto, que debe su nombre a su extraña apariencia: la cabeza parece de lagarto, pero el cuerpo es de pez. Hay quien dice que se trata del “eslabón perdido” entre peces y saurios: parece, es verdad, un vestigio prehistórico. Evoca también aquellos remotos tiempos la iguana, cuya rugosa piel se cofunde con troncos y piedras.

El lagarto y el garrobo (iguana grande, de color amarillo oscuro) todavía habitan, aunque ya muy mermados, las márgenes de ríos, lagunas y pantanos. Entre los reptiles, la tortuga se consume mucho – especialmente el pochitoque, capturado en los pantanos en tiempo de seca.

EL SUBSUELO.
Abundan sobre esta tierra los minerales no metálicos: azufre, calizas, arcillas aluminosas y dolomita. El azufre aparece asociado a los yacimientos de petróleo. Las fábricas de cemento aprovechan las calizas, mientras que la materia prima del aluminio espera todavía el momento de ser explotada en gran escala. La dolomita sirve para hacer fertilizantes y se usa también en la industria de hierro y en la industria de la pintura.

Desde tiempos remotos, los indígenas masticaban el chapopotl para limpiarse la dentadura. Aquel negro y espeso líquido también les servía para impermeabilizar sus canoas.

Pero pasaron varios siglos hasta que, en 1873, empezó a explotarse la pródiga riqueza petrolífera de nuestro subsuelo. Actualmente Tabasco produce el 75% del petróleo de México.

26 oct 2009

Tabasco

TABASCO
Tipo: Balada
Letra y Musica: JOSE LUIS PEÑA VALENCIA

Tabasco, tierra divina,
tierra de ondina
donde acaricia el sol

Tabasco lleno de historias
de mil memorias
que hacen henchirse mi corazón

Tus ríos como el Grijalva
en sus murmullos canta el arrullo
de ensoñación

Tabasco, al mirar
tu flora tropical
se inspira mi cantar

10 oct 2009

La cultura en Tabasco

“Los que allí nacimos, tenemos una idea propia

de lo que es el alma y de lo que es el cuerpo…”

Carlos Pellicer


  1. Ciencias, humanidades y artes
  2. La música y los músicos
  3. Las fiestas
  4. El habla de Tabasco
  5. La cocina regional


El hombre es un ser dotado de inteligencia, capaz de comunicarse con sus semejantes a través del lenguaje. Al lenguaje hablado de suman otros – el lenguaje plástico, el lenguaje musical – que, junto con las maneras de convivir, de vestir y aún de comer integran lo que se conoce como la cultura de los pueblos. Como seres humanos, compartimos las manifestaciones universales de la cultura; como mexicanos, tenemos en común ciertas características que se han ido configurando a lo largo de una historia nutrida por rasgos indígenas y españoles; como tabasqueños, hemos creado una cultura regional que se expresa en canciones populares, en bailes, en guisos y postres, tanto como en ciertos giros del lenguaje que nos son propios y que revelan todo un estilo de vida.


La cultura es una manera activa de estar en el mundo, transformándolo para hacerlo más propicio al hombre. Abarca desde las formas más elementales de convivencia hasta las más altas creaciones del espíritu. El encuentro de Hernán Cortés con Malinaltzin en Tabasco, marcó con doble sello a lo que hoy llamamos la cultura mexicana. México nace con Martín Cortés, hijo mestizo de la Malinche y el Conquistador. Fusión de lo indígena y lo hispánico, lo mexicano se inserta en la cultura universal con ese doble rostro. Durante los siglos de la Colonia, el caudal indígena permaneció soterrado, aunque brotaba aquí y allá en la arquitectura y la escultura coloniales. La Revolución de 1910 nos reconcilió con los orígenes de México.


Tabasco por su precaria existencia en la época colonial, no pudo generar en aquellos tiempos manifestaciones culturales perdurables. Sólo un convento se edificó en el siglo XVII y se lo tragó la selva. Las incursiones piratas y las enfermedades propias del trópico húmedo, más una que otra catástrofe natural, mantuvieron a la escasa población pendiente de su sobrevivencia y sin ese margen de tranquilidad y aun de ocio que, una vez resueltos los problemas más concretos de la vida, propicia la cultura. Con la notable excepción de Don José Eduardo de Cárdenas, los primeros hombres que Tabasco aporta a la cultura surgen ya en el siglo XIX.


Ciencias, humanidades y artes.


JOSÉ EDUARDO DE CÁRDENAS Y BREÑA (1765 – 1821)

Nacido en Cunduacán, que era por entonces un caserío de no más de 400 habitantes, estudió gramática latina en casa de su tía, esposa del gobernador Juan de Amestoy. En Mérida, se inició en la disciplina que se pregunta por las razones últimas de todas las cosas, la filosofía. Se hizo bachiller en teología en la Real y Pontificia Universidad de México. Enseñó lógica y metafísica en el Colegio de San Juan de Letrán, del que fue vicerrector, pero era tal su vocación docente que abandonó su cargo para enseñar matemáticas, física y teología. Humanista cultivado como los mejores de su época, en las más diversas ramas del saber, también hacia versos. He aquí un romance endecasílabo en honor de Carlos IV que le valió el premio en un certamen convocado por la Universidad.


“…Aquella hermosa Ninfa que en un tiempo

De algodón y de plumas ataviada,

Puestas sus flechas a los pies de Carlos

Más que nunca feliz se confesaba:


Decid vosotros, hombres miserables,

Que oprimidos gemisteis so la carga

De dura servidumbre, ¿quién os hizo

Ligar el peso, las cadenas gratas?


Yo admiro: - pero ¿cuándo en breve tiempo

De referir sus hechos acabara,

Si no han desde que reina en solo instante

En que no dé señales alguna hazaña?

Reina, ¡Oh Carlos! Que mis ingenios leales,

Harán tus grandes hechos inmortales…”


Nuestro poeta se ordenó de presbítero en 1794 y regresó a su tierra en 1797, para desempeñar cargos eclesiásticos. El ayuntamiento de Villahermosa lo eligió diputado a las Cortes de Cádiz y allí presentó la documentada “Memoria”. Fue aquella la primera monografía de Tabasco: escrita con estilo no exento de elegancia, es una magistral descripción analítica de la situación cultural, social y económica del Tabasco colonial. Se sentía “español tabasqueño” y aspiraba a que los criollos fueran tratados como tales por la metrópoli y no como “conquistados”. No parece probable, pues, que haya compartido las ideas independistas.


…Después de la Independencia, el acceso a los estudios superiores se hizo más amplio, Tabasco se vinculó al resto del país y las condiciones se volvieron más propicias a la cultura. Tres nombres destacan en el siglo XIX, entre otros muchos que, nacidos en la primera mitad del siglo, cultivaron la historia, la literatura o la ciencia: Manuel Gil y Sáenz, Manuel Sánchez Mármol y José Narciso Rovirosa.


MANUEL GIL Y SÁENZ (1829 – 1909)

Natural de San Juan Bautista, se ordenó sacerdote en 1852. Fue cura de Macuspana y vicario de San Juan Bautista. Se esforzó por volver a Tabasco obispado, pero los altos prelados eclesiásticos lo hicieron a un lado cuando por fin se creó esa dignidad. Se alejó entonces de la Iglesia para dedicarse de lleno al ejercicio de la historia. Fue gobernador, por unas horas, en 1872. Su curiosidad le permitió descubrir por los años de 1860 el primer pozo de petróleo en lo que hoy es Ciudad PEMEX, ante la reprobación de los indígenas que, a pesar del aprecio que le tenían a su cura, le advertían que no había que sacar aquel tesoro de la tierra porque era de “Chu – jilbá”; brujo, duende, o dios de la creencia de ellos”.


El presbítero no denunció el pozo y se limitó a iluminar con su petróleo en las fiestas, al pueblo de Macuspana. Cuando murió en 1909, lo elogió así el Diario Oficial: “A él se debe el único trabajo histórico de Tabasco que se ha escrito; y allá por el año de 1879 (…) cuando el Estado no contaba ni un establecimiento de enseñanza secundaria, él fundó una, enteramente gratuita. Muchos jóvenes en la mayor parte pobres, se inscribieron en aquél plantel…”. Gil y Sáenz publicó el “Compendio Histórico, Geográfico y Estadístico del Estado de Tabasco” (1872) del cual se editó 20 años después, por separado, la “Historia de Tabasco”. Escribió además un curioso “Opúsculo sobre mundos habitados” y hasta una novela, “El Caporal”.


MANUEL SÁNCHEZ MÁRMOL (1839 – 1912)

Nació en Cunduacán e hizo estudios en Yucatán y en Chiapas. Fue abogado, periodista y defensor de la causa liberal. Colaboró como secretario con el Coronel Gregorio Méndez y fue más tarde Secretario de Gobierno. Fundó varios periódicos como El Águila Azteca (Tabasco, 1862) y El Radical. En su novela “Antón Pérez” relata la invasión francesa a Tabasco en 1862, cuando él mismo inflamó los ánimos patrióticos con ardientes proclamas. Como representante al Congreso, participó en la elaboración de las Leyes de Reforma. De nuevo en Tabasco, fue magistrado del Tribunal Superior. Fundó y dirigió el Instituto Juárez, donde habrían de formarse varias generaciones de tabasqueños. Fue Senador de la República y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (1906). Editó en 1861, una “Antología de poetas yucatecos y tabasqueños”. Es autor de varias obras narrativas: “El brindis de Navidad”, “Pocahontas”, “Juanita Sauza” y “Antón Pérez”. Su estudio crítico “Las letras patrias” fue incluido en el volumen “México: su evolución social” que editó Don Justo Sierra en 1902.


JOSÉ NARCISO ROVIROSA 1849 – 1961)

Vivió de niño en una finca de Macuspana donde se le despertó el amor por la naturaleza, especialmente por las plantas, a cuyo estudio dedicó toda su vida. Hizo estudios en Campeche y en Chiapas, donde se recibió de ingeniero topógrafo. En prologados estudios de campo, descubrió especies botánicas desconocidas de Tabasco y Chiapas, y se consagró al estudio y clasificación minuciosa de toda la flora tabasqueña. Enseñó en el Instituto Juárez. Preparaba la edición de un minucioso estudio de clasificación de los helechos del sureste, cuando murió en 1901. Fue autor, entre otros trabajos de “Estudios etimológicos” (1881), “Ensayo histórico sobre el Río Grijalva” (1897), “Nombres geográficos del Estado de Tabasco”, que apareció en una primera edición después de su muerte en 1908.


…Muchos son los nombres de tabasqueños nacidos después de 1850 que merecen nuestro respeto por su aportación a la cultura. Recordaremos a algunos de los más destacados.


JOAQUÍN DEMETRIO CASASÚS (1858 – 1916)

Entre las figuras que dio Tabasco a la cultura de fines del siglo, ocupa un lugar innegable Don Joaquín Demetrio Casasús, nacido en Frontera en 1858 y muerto en Nueva York en 1916. Su bibliografía abunda en estudios jurídicos y económicos y su vida estuvo dedicada en buena medida a la política: fue Secretario de Gobierno de 1880 a 1882, a la abogacía y a la diplomacia (representó a México en varias conferencias internacionales, fue embajador en los Estados Unidos en 1905 y representante de nuestro país en a Comisión de Límites que conoció el caso de El Chamizal en 1910). Pero es el humanista el que prevalece. Desde aquella primera traducción que hace en 1885 de la Evangelina de Longfellow, tan elogiada por Altamirano; Casasús había encontrado su más haida vocación, que cultivó luego asiduamente traduciendo a los clásicos latinos. Tradujo con excelencia a Horacio, a Virgilio, a Cátalo, a Tibulo y a Propercio. También dejó versiones de románticos y parnasianos franceses: Lamartine, Leconte de Lisle, Heredia, y escribió más de cien sonetos.


JUSTO CECILIO SANTA – ANNA (1861 – 1931)

Nació en la capital del estadio, se inició como periodista al lado de Sánchez Mármol y fundó y dirigió él mismo “El comercio del Golfo” de mucha circulación en el sureste, y la Enciclopedia, periódico literario. Enseñó en el Instituto Juárez. Es autor de “Tradiciones y leyendas tabasqueñas” (1894), dentro de una corriente que había sido muy gustada por el Romanticismo, de un estudio crítico sobre “Poetas mexicanos” (1890) y de “Notas sobre la historia y la agricultura de Tabasco”.


…Entre los poetas nacidos en el siglo XIX hay que mencionar a Límbano Correa (1820 – 1884), José Manuel Puig (n. 1826), León Alejo Torre (1834 – 1895), Teresa Vera (n. 1834), Manuel Foucher (1835 – 1882), Arcadio Zentella Priego (1844 – 1920), Felipe A. Margalli (1855 – 1922). Los versos de Andrés Calcaneo (n. 1875, fusilado en 1914) muestran la huella de los románticos españole del XIX; Carlos Ramos (1875 – 1913) compartía la vocación periodística con la poética. Ambos colaboraron en la Bohemia Tabasqueña, revista literaria de fines de siglo. También de esa generación, Arcadio Zentella Sánchez (n. 1872) cantó al paisaje tabasqueño y Salomé Taracena animó la revista El Cascabel, contribuyendo con crónicas y poemas.


…Merecen ser recordados Lorenzo Casanova, Isidoro Pedrero, Dolores y Juan Correa Zapata, Enrique Manegat, Dolores Puig de León, Amanda Correa de Merino, Bolivia Maldonado de Rivas, Manuel Merino, Lorenzo Calzada, Santiago Caparroso, Fernando Duque de Esteada, Gabriel Virgilio Contreras, Joaquín Pedrero Córdova. Tres poetas nacidos a fines del siglo reflejan en especial el ambiente típicamente tabasqueño: José María Burría Urgell (n. 1889); José María Bastar Jasso (n. 1896) y José Ma. Inurreta.


…Mención especial merece, por sus investigaciones sobre la lírica popular tabasqueña Don Francisco Quevedo, el primero en explorar los cantares de nuestra tradición oral. Y por supuesto, Domingo Borrego Moreno (1860 – 1935) cuyos versos epigramáticos le aseguraron un sitio aparte por su ingenio y valentía.


…Los tabasqueños que han destacado ya en este siglo, en los distintos campos de la cultura son numerosos. Historiadores, investigadores cuidadosos, se han puesto a registrar el pasado y el presente de nuestro estado y han explorado temas geográficos, jurídicos o lingüísticos. He aquí algunos de ellos


PEDRO A. GONZÁLEZ (1868 – 1944)

Nació en Teapa. Estudió ingeniería en la ciudad de México, donde se recibió en 1892. Se especializó en vías de comunicación e hizo varios estudios sobre el Ferrocarril del Sureste, cuyo trazo se debe a él y al Ing. Gonzalo Graham Casasús. El aislamiento secular de Tabasco y la preocupación por su futuro motivó su interés por estudiar los medios de comunicación de nuestro territorio. Su obra “Las vías de Tabasco” (1906) sigue siendo indispensable para el conocimiento de nuestra hidrografía.


MANUEL MESTRE GHIGLIAZZA (1870 – 1954)

Nació en Villahermosa y estudió medicina en la ciudad de México. Fue dos veces gobernador del estado, una como interno y otra por elección popular (1911 – 1913). Fue periodista valiente, en los días previos a la Revolución Maderista. Años después dirigió en México, la Biblioteca Nacional. Es autor de un “Archivo histórico geográfico de Tabasco” (1907) y “Documentos y datos para la historia de Tabasco” (1916 – 1940).


MARCOS E. BECERRA (1870 – 1940)

Originario de Teapa. Maestro de primaria, se convirtió en dedicado investigador en los campos de la lingüística, la arqueología, la botánica, la historia y la etnología. Intervino brevemente en la política como Secretario de Gobierno con Mestre Ghigliazza. Es autor de “Nombres geográficos del Estado de Tabasco”, “Rectificaciones y adiciones al Diccionario de la Real Academia Española”, “Nombres geográficos indígenas del estado de Chiapas” y numerosos artículos.


FELIX FULGENCIO PALAVICINI (1881 – 1952)

Nació en Teapa y estudió hasta la preparatoria en Tabasco, graduándose de ingeniero en la ciudad de México. Fue maderista; era diputado cuando en 1913 se disolvieron las cámaras y fue encarcelado. Representante del Congreso Constituyente de Querétaro; Secretario de Educación Pública, director del periódico El Universal, su obra más importante es “Historia de la Constitución de 1917”.


FRANCISCO J. SANTAMARÍA (1886 – 1903)

Nació en Cacaos. Fue gobernador del estadote 1947 a 1952 y dedicó el resto de su vida a la investigación lingüística y a integrar una bibliografía general de Tabasco. Abogado y maestro, es autor también de un balance de “El periodismo en Tabasco” y de una obra geográfica “El verdadero Grijalva”. Pero su labor principal estuvo dedicada a las investigaciones de la lengua: “Diccionario de americanismos”, “Diccionario de mejicanismos”, “El provincialismo tabasqueño” y “Domingos académicos”. Colaboró con él en “Ensayos críticos del lenguaje”, Rafael Domínguez. Nacido en Cárdenas en 1883, perteneció en su juventud como narrador y poeta a la Bohemia Tabasqueña. Domínguez es autor de “Tierra mía”, una evocación de las tradiciones y costumbres tabasqueñas y de “Añoranzas” del Instituto Juárez.


…Se han dedicado a la investigación histórica Alfonso Taracena, Agustín Cué Canovas, Manuel González Calzada, Diógenes López, José Bulnes y Jorge Gorría Lacroix. Taracena ha escrito, entre otros libros, una “Historia de la Revolución en Tabasco”; González Calzada (n. 1915) es autor igualmente de una “Historia de la Revolución Mexicana en Tabasco” y ha recopilado 6 volúmenes de “Documentos para la historia de Tabasco”; Cué Canovas ha escrito sobre “El tratado Mac – Lane” y “El tratado Mon Almonte”, entre otros temas históricos y Gorría Lacroix cuenta, entre sus obras, “Monografías históricas sobre Tabasco”, “Historiografía sobre la muerte de Cuauhtémoc y José Eduardo de Cárdenas”. Diógenes López escribió entre 1948 y 1964, una minuciosa “Historia de Tabasco”. José Bulnes, cronista de la ciudad de Villahermosa, es autor de varias biografías, libros históricos y una galería de retratos costumbristas: “Tipos tabasqueños”.


…El periodismo que arraigó en Tabasco, una fuerte y valiente tradición a lo largo del siglo XIX y de los inicios del XX ha dado varios profesionales importantes a la prensa nacional y local. Regino Hernández Llergo (1898 – 1970) y José Pagés Llergo (n. 1910) se cuentan entre los más destacados. Hernández Llergo inició su carrera junto a Félix F. Palavicini a El Universal. Escribió reportajes y entrevistas notables y fundó periódicos y revistas (“Mañana” e “Impacto”), Pagés Llergo fue fundador de las revistas “Siempre”, que sigue dirigiendo con el entusiasmo y la gallardía de sus comienzos.


…Ha sido Tabasco tierra propicia a los educadores: recordemos entre otros los nombres de Rosendo Taracena, autor de un compendio de “Historia de Tabasco” para jóvenes lectores y de Rosario María Gutiérrez Eskilasen, que unió a su labor de educadora la de estudiosa de la lingüística. También Ramón Mendoza ha recogido biografías y temas históricos en forma de lecturas para escolares. Fue premiado en 1946 por su “Poema a la diecisiete rosas” dedicado a las capitales de los municipios de Tabasco. Otros educadores tabasqueños: Arnulfo Giorgana, Leandro Gacría, Soledad G. Cruz, María Dolores Pérez, Alberto y Dolores Correa Zapata.


…La literatura mexicana y la poesía en lengua española deben a Tabasco, las obras excepcionales de Carlos Pellicer y de José Gorostiza.


CARLOS PELLICER (1897 – 1976)

Nació en San Juan Bautista y allí aprendió a leer, en una pequeña escuela de la calle Juárez. Continuó sus estudios en México y en Campeche. En 1919 representó a los estudiantes mexicanos en un Congreso reunido en Caracas. Estuvo a punto de terminar la carrera de ingeniero pero, sabiendo que jamás iba a ejercerla, la abandonó casi al final para dedicarse a su vocación. En los años veinte participó en la aventura vasconcelista y tras la derrota, fue encarcelado. Muchos años después dirigió el Instituto Nacional de Bellas Artes, iniciándose entonces en otra de sus vocaciones, la de museógrafo. Aparte del espléndido Museo de La Venta y del Museo Tabasco, que ahora ha sido trasladado al C.I.C.O.M., y lleva su nombre, Pellicer hizo otros museos en Guadalajara, en Saltillo y en Tepoztlán. Amaba y conocía como pocos las culturas prehispánicas y coleccionó espléndidas piezas de diversa procedencia durante toda su vida para donarlas, antes de morir, al pueblo de Tabasco. Fue Senador para nuestro estado. Pertenecía a la generación poética de Contemporáneos, como Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen y Jaime Torres Bodet. La poesía le fluye a Pellicer poderosa y desmesurada, como los ríos y selvas de Tabasco. Es uno de los grandes poetas mexicanos contemporáneos. Recibió en 1964 el Premio Nacional de Literatura. Su extensa obra ha sido reunida en un volumen y comprende desde “Colores del mar” (1915 – 1920) hasta “Reincidencias” (1978) incluyendo poemas no coleccionados antes, escritos entre 1922 y 1970, y los primeros poemas de 1913 a 1921.


JOSÉ GOROSTIZA (1901 – 1973)

Nació en San Juan Bautista. Perteneciente, como Pellicer, a la generación de Contemporáneos, su primera producción es de los años veinte. Fue director del Departamento de Bellas Artes en 1932, maestro, embajador de México en varios países de Europa y Latinoamérica y Secretario de Relaciones Exteriores en 1964. Su obra menos extensa que la de Pellicer, pero igualmente excepcional. “Muerte sin fin” es uno de los poemas esenciales de la poesía mexicana de este siglo. “Canciones para cantar en las barcas” y “Del poema frustrado” completan su producción. Recibió en 1968 el Premio Nacional de Literatura.


RAMÓN GALGUERA NOVEROLA (n. 1914)

Ha publicado “Examen de primer grado” y “Solar de soledades”, el primero en 1951 y el segundo en 1964. Pellicer apreció su poesía, como la de Tomás Díaz Bartlett (n. 1918) que publicó tres libros antes de morir: “Bajamar”, “Con displicencia del árbol” y “Oficio de cadáver”.


JOSÉ CARLOS BECERRA (1937 – 1970)

Era ya uno de los poetas más vigorosos de México cuando murió Brindisi, mientras recorría Italia, en un accidente automovilístico. Su obra completa, la ya publicada y aún inédita a su muerte, ha sido reunida en volumen: “El otoño recorre las islas”.


…En la antología de la poesía tabasqueña de Francisco J. Santamaría están representados: Bernardo del Águila (n. 1892), José Manuel Ascamo (n. 1895), Noé de la Flor Casanova (n. 1904), Napoleón Pedrero Fócil (1906 – 1937), Joaquín Bates, Rogelio Cruz Ruiz y Rojas, Manuel R. Mora.


…Ha sido pródigo en poetas mayores y menores el Tabasco de hoy. No han abundado los narradores, de tal modo que permanece bastante solitario el nombre de Josefina Vicens, novelista nacida en Villahermosa en 1911 y autora de “El libro vacío” y “Los años falsos”. Andrés González Pages (n. 1940) es un narrador joven que se ha dado a conocer ya con varios títulos. Pero en tabasco nació también un finísimo prosista, autor de un libro singular que cuenta con maestría la infancia de un niño en la Revolución Mexicana: Andrés Iduarte (n. 1097). Iduarte es un memorialista espléndido y en un relato devuelve intacto el Tabasco de principios de siglo y los vertiginosos años de la Revolución. Su inquietud por la identidad hispanoamericana lo ha impulsado a escribir sobre el libertador Sión Bolívar y sobre Martí, escritor. Iduarte es profesor emérito de la Universidad de Columbia y reside actualmente en Estados Unidos.


…En las artes plásticas han destacado la escultora Angela Gurria, cuyas obras pueden apreciarse en varias avenidas de Villahermosa y el acuarelista Miguel Ángel Gómez Ventana (n. 1917) que recrea el color y la luz de nuestro paisaje en bellas acuarelas de la fronda tabasqueña.



La música y los músicos.


Tres nombres se vinculan a la música, si bien en registros y tonos bastante diferentes. Esperanza Iris (1889 - 1962) cantó por primera vez en el teatro García de San Juan Bautista (Villahermosa) y luego en una compañía infantil que se presentaba en el teatro Arbeu de la ciudad de México. En 1917 inauguró allí su propio teatro. Fue considerada una de las grandes intérpretes de la opereta y su voz excepcional la llevó a los mejores escenarios de Europa y Latinoamérica. El teatro de Villahermosa, recién construido, lleva su nombre.


Cecilio Cupido fue un conocido guitarrista y compositor que allá por los años veinte regaló a sus coterráneos más de 600 canciones, algunas tan populares como "Las blancas mariposas". La letra de esta canción corresponde a otro famoso compositor tabasqueño: José Claro García.


Manuel L. Arrazola Hernández conocido como "El choco tabasqueño" nació en 1909, vivió la Revolución siguiendo a las tropas en el oficio de aguador y luego recorrió mundo, como marinero. Desde 1949 se volvió el más característico representante de la música popular tabasqueña, que cantaba vestido siempre con el atuendo propio de los indígenas de La Chontalpa. Compuso muchísimas canciones sobre el paisaje de la tierra como: "Luna de Tabasco", "Teapa la bella" y "Serenata tabasqueña".


Manuel Pérez Merino es autor de bellas y románticas canciones dedicadas a Tabasco, como: "Luna sobre el Grijalva" y "Villahermosa" que siguen siendo muy escuchadas. Pepe del Rivero es autor de la alegre y popular melodía "Vamos a Tabasco".


Otros conocidos autores son Quico Quevedo, poeta y compositor de Cunduacán; Pedro Gutiérrez Cortez, autor de "Santanera" y Limbano Blandín, compositor de la "Caña Brava".


El baile tabasqueño por excelencia, es el zapateo, que los conocedores remontan al fandango español y a aquellas seguidillas andaluzas que empezó a tocar en nuestras tierras un animoso soldado de apellido Ortiz, que venía con Cortés. Los primeros zapateos se tocaban, durante los años de la Colonia, por pequeñas orquestas de clarinete, pistón, redoblante, helicón y bombo. Luego surgió un poeta popular, Manuel Burelo, hijo de esclavos negros que empezó a ponerle letra a aquellos ritmos ya por entonces muy arraigados.


Las fiestas


El Tabasco prehispánico, ruta comercial de los mayas y mexicas, era punto de encuentro de mercaderes que iban y venían entre la Altiplanicie y el Golfo. En Cimatán y en Xicalango (ahora en Campeche) bullía la actividad mercantl y es probable que se hayan organizado en aquellos sitios verdaderas ferias para el intercambio de algodones y sal, mieles y herramientas y toda clase de productos susceptibles de intercambiarse o de adquirirse a cambio del cacao, la sabrosa moneda nativa.


Las ferias comerciales languidecieron -salvo episódicos resurgimientos durante la Colonia- hasta que, en el año de 1900, los comerciantes estimulados por el gobierno mostraron sus productos en una exposición presentada en el centro recreativo del Tivoli. Aquel impulso volvió a apagarse durante la lucha revolucionaria, hasta que Tomás Garrido instituyó la Feria Regional, tradición que, salvo breves lapsos, sigue vigente desde 1928.


Cada uno de los 17 municipios celebra su propia feria una vez al año y en Abril se presenta, en Villahermosa, la gran exposición y feria regional.


A fines del siglo XIX había, sin embargo, animadas fiestas en Villahermosa. El 20 de Enero empezaban las fiestas del carnaval, que terminaban con los tres días de carnestolendas(2). En Atasta y Tamulté había ferias el tercero y el cuarto viernes de cuaresma, que acompañaban la música sacra con cencerros(3) y matracas. Se celebraban frente a las iglesias y allí llegaban los "coletos" de Chiapas, según nos dice Rafael Domínguez en su libro "Tierra mía": "...con sus huacales repletos de cajetas, confites, anisillos, el llamado 'pan coleto' y aquella curiosa producciòn de su incipiente y rudimentaria industria: zapatos, guitarritas, trepatemicos(4), juichihuichis..."


Alternaban fiestas cívicas y religiosas. El 5 de Febrero se celebraba con una gran serenata en la Plaza de Armas, como el día 27, para conmemorar la entrada de Gregorio Méndez a Villahermosa. El sábado de gloria había quema de "Judas". El 5 de Mayo había serenata y, por supuesto, también la noche del grito, el 15 de Septiembre, con muchos castillos y fuegos de artificio.


Las familias preparaban nacimientos para la fiesta de navidad, que eran motivo de visitas y festejos; bailes los había todo el año, en el casino de Tabasco.

Tenosique (20 de Enero)
Fiesta de San Sebastián e inicio del Carnaval


Villahermosa (27 de Febrero)
Feria Internacional del caballo, se prolonga hasta el 7 de Marzo


Cd. Pemex (18 y 19 de Marzo)
Expropiación petrolera


Paraíso
(31 de Marzo)

Feria del coco, se prolonga hasta el 4 de Abril


Villahermosa (18 al 23 y 24 de Abril)
Preferia Expo - Tab
Expo - Tab, se prolonga hasta el 2 de Mayo


Jalapa (23 al 25 de Abril)
Feria municipal


Paraíso (23 al 25 de Abril)
Feria de San Marcos


Cunduacán (30 de Abril)
Feria municipal, se prolonga hasta el 5 de Mayo)


Teapa (01 al 03 de Mayo)
Feria municipal


Tapijulapa (9 de Mayo)
Pesca de la Sardina


Comalcalco (13 al 15 de Mayo)
Fiesta de San Isidro


Macuspana (13 al 15 de Mayo)
Feria municipal


Tenosique - Villahermosa (20 al 23 de Mayo)
Maratón nautico del Usumacinta


Centla (29 de Mayo)
Día de la Marina, se prolonga hasta el 01 de Junio


Huimanguillo (08 al 13 de Junio)
Fiestas de San Antonio


Cárdenas (05 al 13 de Junio)
Fiestas de San Antonio


Jalapa (29 de Junio)
Fiestas de San Pedro


Cupilco (13 al 15 de Agosto)
Fiestas de la Asunción


Tacotalpá (13al 16 de Agosto)
Feria municipal


Cunduacán (01 al 09 de Septiembre)
Fundación de Cunduacán


Tenosique (08 al 17 de Septiembre)
Feria municipal


Huimanguillo (12 al 16 de Septiembre)
Fiestas patrias


Cárdenas (15 y 16 de Septiembre)
Fiestas patrias


Emiliano Zapata (16 al 24 de Octubre)
Feria municipal


Frontera (03 al 12 de Diciembre)
Feria municipal


Balancán (13 al 16 de Diciembre)
Feria municipal


Tenosique (16 al 24 de Diciembre)
Paseo de la Rama


En 1928, la Feria se presentó en Frontera y hasta vino Álvaro Obregón para inaugurar los festejos. Ya al año siguiente empezó a celebrarse en Villahermosa, en la finca Santa Gertrudis que es actualmente fraccionamiento residencial (Prados de Villahermosa y Bonanza). Se cuenta que había en aquellos terrenos numerosos lagartos que fueron liquidados sin contemplaciones, por miedo a que el público, temeroso, no acudiera. En una gran Ceiba se instaló una plataforma como mirador a la que el pueblo llamó pronto “El nido de águilas”. Pero lo más atractivo debió haber sido el gran mapa del estado, con sus diecisiete municipios. De cada uno salía una joven ataviada con singulares atuendos: hojas de tabaco (Huimanguillo), caña de azúcar (Cárdenas), jícaras (Jalpa de Méndez), se eligió a la más bella de las participantes como Flor de la Raza, iniciando una costumbre que hoy se conserva, en la elección de la Flor de Tabasco.


Los azares de la política interrumpieron las ferias en dos ocasiones: en 1938 y 1939, y de 1940 a 1943. Noé de la Flor Casanova hizo construir en 1943, durante su gobierno el Parque Tabasco, con diecisiete avenidas convergentes en un kiosco central, para proporcionarle a la Feria una sede permanente. Remozado, el Parque lleva ahora el nombre Tomás Garrido Canabal y fue hasta 1981 el escenario de la celebración que se repite, con mucho entusiasmo, en el mes de Abril de cada año. Los municipios competían con lo mejor de su producción: cacao de Comalcalco; zapatos y bolsas de lagarto de Frontera; ostiones de Puerto Ceiba ahumados en concha de coco; imponentes sementales de Jonuta y Emiliano Zapata; jícaras y güiros de Nacajuca, acompañados de exquisita longaniza y puerco salado en hojas de yagua, sombreros de Jalpa, quesos de Teapa y Balancán; mantequilla de Tenosique. Nunca falta, para animar la fiesta, los tamborileros de Mazateumpa (Nacajuca).


Además de las Ferias, subsiste una fiesta de origen indígena, el Carnaval de Tenosique conocido como El Pochó. Tambores y pitos anuncian a las pochoveras, mujeres que se adornan con sombreros llenos de flores, seguidos por los cojóes, con caretas de madera, túnicas de costal y polainas de hojas secas. Cuando aparecen los tigres, huyen las pochoveras. Los cojees ejecutan una danza en franca camaradería de cojees y tigres, que se dedican entonces a perseguir a los espectadores, quienes deberán “pagar prenda” por su libertad. El martes de Carnaval todos “recogen sus pasos”, es decir, vuelven a recorrer todos los puntos de la fiesta anterior: los que no presencian este ritual, morirán, se supone, antes del siguiente carnaval. La elección de El Pochó, cuya misión es organizar el festejo del año próximo, se hace ruidosamente, arrojando naranjas, piedras y otros objetos al techo de su casa. En una especie de velorio, se lamenta la “muerte” del Pochó anterior. Al terminar el velorio, los presentes se despiden como si estuvieran a punto de partir en un largo viaje que durará un año.


El habla de Tabasco.


El español que hablamos en Tabasco, según Rosario María Gutiérrez Eskildsen, en su libro Cómo hablamos en Tabasco, admite: "...mexicanismos, mayismos, arcaismos españoles, algunas palabras chontales, palabras españolas con distinta acepción de la que indica el diccionario y algunas palabras de idiomas extranjeros que ya las hemos españolizado...". El acento con que lo hablamos tiene reminiscencias andaluazas, como sucede en toda el área del Caribe y del Golfo y se parece, en consecuencia, al de Veracruz y al de Cuba. Es interesante consignar que entre nosotros todavía son de uso común palabras de la época de la conquista.

Acoderar: inmovilizar un barco en una posición determinada, valiéndose de cabos gruesos para amarrarlo y de anclas.

Acuyo: hoja comestible, parecida a la del plátano, también se llama hoja santa o momo.

Achiote: fruta que se utiliza para darle sabor y color a la comida.

Ajiaco: cocido que se hace preparando un caldo coloreado con achiote, carne, chayote, camote, elote, yuca, macal, plátano verde, calabaza, ñame y otras legumbres, especias y condimentos.

Amashito o amarsh: chile picante, parecido al piquín.

Bajorrelieve: figura tallada que destaca del fondo.

Barra: acumulación de arena, producida por las olas al batir con fuerza un litoral.

Braquitípico: de cabeza esférica.

Cayuco: embarcación ancha y alargada, hecha de tronco de árbol.

Cenzontle: ave de trino agradable.

Cojolite: especie de faisán.

Cuijinicuil o cuajinicuil: fruta en vaina, con cáscara verde, y por dentro una semilla envuelta con algodón dulce.

Chachalaca: especie de ave sancuda.

Chaya: hoja ancha, similiar a la del plátano, empleada en guisos regionales.

Cherna: pez parecido al sábalo.

Chis - chis: pajarito menudo, de trino fino.

Choco: denominación común del campesino tabasqueño.

Chontal: grupo indígena de Tabasco, que habita principalmente en la región de la Chontalpa. También se le llama así a su lengua.

Chorote: bebida de cacao complementada con maíz molido.

Desamortizar: quitar a la Iglesia o a otra institución las propiedades que no explote debidamente o que mantenga sin trabajar.

Desmonopolizador: que quita el privilegio concedido a un individuo o sociedad de vender o explotar una cosa con exclusividad.

Dintel: elemento horizontal de madera, de piedra o de hierro, que cierra la parte superior de una abertura.

Élite: voz francesa que significa minoría selecta.

Emérito: persona que se ha retirado de un empleo o cargo y disfruta de algún premio por sus buenos servicios.

Encomienda: cesión que hacía el rey de España en favor de un súbdito, del tributo o trabajo de los indios; a cambio de ello, el encomendero debía cuidar de la instrucción y evangelización de sus encomendados.

Epicántico: que tiene un pliegue en la parte interna del párpado.

Estela: monolito de forma prismática, con la parte superior redondeada; en ocasiones semejaba una figura humana muy estilizada. Estaba profusamente decorado con relieves que representaban guerreros, sacerdotes o divinidades, rodeados por inscripciones y máscaras.

Etimología: disciplina que tiene por objeto estudiar el origen de las palabraas de un idioma.

Garrobo: animal parecido a la iguana, de color café.

Glifo: cada uno de lo signos utilizados por los antiguos mayas para designar los días y los años.

Guaje: recipiente que se utiliza para llevar agua, también se le llama bush.

Guao: planta arbustiva de hojas compuestas y flores pequeñas rojas, su semilla sirve de alimento al ganado y la madera se usa para hacer carbón.

Guaya: fruta que se da en ramilletes.

Guindar: colgar, suspender una cosa. Se dice por ejemplo, guindar las hamaca.

Hicotea o jicotea: especie de la familia de las tortugas.

Imperialistas: partidarios de la dominación de México por parte del imperio francés, simpatizadores del llamado Imperio de Maximiliano.

Infraestructura: conjunto de trabajos y obras que sirven de base o apoyo para otros.

Jagua: árbol muy frondoso que cuando da la fruta se le caen las hojas.

Jahuactal: lugar húmedo y pantanoso donde crece una palma de duras espinas llamada jahuate.

Macal: fruta insípida que se usa en el ajíaco.

Macuilis, macuilich o macuilish: árbol con flor lila que da un olor agradable por la noche.

Madre: mata cuya sombra protege al cacao.

Matalí: hierba considerada como medicinal.

Mijilote: trigrillo.

Monolito: columna o dintel tallado en un solo bloque de piedra.

Nance: arbusto que da un fruto pequeño de color amarillo, sabroso y aromático. En otros estados del país lo conocen como nanche.

Parnasiano: nombre dado al estilo de algunos poetas de la segunda mitad del siglo XIX, que se caracterizaba por usar formas clásicas como una reacción contra el lirismo romántico imperante en aquella época.

Pasteurizadora: lugar en donde se hace el proceso de destruir, mediante el calor, los gérmenes de la leche o de otro líquido.

Peligüey: borrego tabasqueño.

Pigua: langostino de río o, en general de agua dulce.

Pijije: ave acuática que según la creencia popular, avisa con sus trinos cuando viene la lluvia.

Pochitoque: tortuga pequeña de mucha fiereza, que vive en los jahuactales.

Pochó: festividad de origen maya que se revive anualmente durante el carnaval de Tenosique.

Pochote: árbol frondoso de múltiples usos.

Romanticismo: movimiento literario y artístico del siglo XIX que rompió con la disciplina y las reglas del movimiento clásico.

Sancochado: comida hervida de cualquier guiso.

So: voz que se antepone a ciertas palanras para indicar término medio. Por ejemplo: soasado, medio asado; sofreir, medio freir; somatarse, darse un golpe fuerte que deja a la persona medio muerta, etcétera.

Tepezcuintle: perro de monte.

To: hoja parecida a la del plátano, utilizada como envoltura.

Turulete: dulce de panela y pinole.

Uspi: fruta de color amarillo y semilla de sabor fuerte.

Verdona: pájaro de color verde.

Xix: residuos o asientos que quedan de un líquido. Se pronuncia "shish" y es una voz de origen maya.

Zapateo: baile regional tabasqueño, zapateado.

Zereque: conejo de monte.



La cocina regional.


Si los hombres en estado de naturaleza devoraban crudos sus alimentos, la cultura aparece cuando el fuego les permite cocerlos y transformarlos para hacerlos más gratos al paladar. Las civilizaciones se conocen por sus grandes creaciones artísticas, pero también, por ese arte doméstico tan complicado y sutil que es la cocina. Entre las grandes cocinas del mundo se encuentran la china, la francesa y la mexicana.


Tan variada es la cocina mexicana como múltiple es México en la riqueza de sus regiones aportan a la cultura común, y dentro de la mexicana, la cocina tabasqueña despliega los aromas y colores del achiote, de las hojas de chipilín y de momo, de la deliciosa chaya, que desplaza a la acelga en más de un guiso y la generosidad del cacao que regalamos, hace 500 años, a la cultura occidental.


Las mesas tabasqueñas reciben todavía el dulzor de las frutas de la tierra, cada vez menos abundantes: caimitos que reproducen en su pulpa los tonos de la orquídea; grandes “chicos” de cáscara leve; “zapotes” rojísimos (que así se llama por aquí a esa fruta que en otros rumbos conocen por “mamey”); anonas y guanábanas con su peculiar agridulce; mangos que evocan Manila; “guineos” (plátanos) que hablan de calores y espesuras africanas y piñas que derraman melosas delicias. Además del enorme aguacate propio de nuestra tierra, el “chinín”, esa especie singular que sustituye con creces a la mantequilla. El macal y la yuca ofrecen, junto con el plátano verde y el maduro, los más ricos acompañamientos para cualquier comida.


Un típico desayuno tabasqueño puede incluir, aparte del cafecito hirviendo que lo precede, alguna o varias de aquellas maravillas de la tierra, servidas a caso al término y no al principio como en otras partes se estila. Pero incluirá, sin duda, una al menos de las múltiples modalidades del “tamal” o “tamalito” nuestro; acompañado de su salsa adecuada, más un despliegue de plátanos verdes y otro de torrejas de yuca, sin olvidar los crujientes “totopostes”, los frijolitos negros refritos, “muy chinos”, y el humeante chocolate.


Se estilan en Tabasco tamales de variada consistencia, colores y sabores: los tradicionales, con relleno de cerdo o de pavo, sin que les falte su epazote y su achiote, envueltos en hoja de plátano; los de frijol negro con hojas de hierba santa (momo) y “shish” de chicharrón; los de hoja de chipilín, los de pejelagarto con chiles “güeros” y epazote; los “chanchamitos” en su hoja de maíz y las “maneas”.


Del agua vienen muchos de los platos tabasqueños, pejelagarto asado, con salsa verde o frito con chile dulce, el socorrido achiote y el epazote; el pescado en hojas tiernas de momo o sudado; el pochitoque en verde, con hojas de chaya, de chipilín, de momo y de chile; la tortuga guisada en sangre con plátano verde o en verde, con hojas de chaya, de momo y de chile y ramas de chipilín; la hicotea en ajíaco, lampreada o estofada, y el guao; el “pijije” (patillo) y el pato de monte en pipián, con chile ancho y pepita de calabaza.


De la selva llega el tepezcuintle curtido en naranja agria, y horneado entre hojas de plátano; y el geechee (armadillo) aderezado con pimienta de la tierra, sin que le falte su agrio de naranja.


El puchero nuestro, que puede ser de carne de res o de gallina, combina macal y yuca, plátano macho y camote, además del chayote y la papa, todo con una salsa de naranja agria. El chirmol es un guiso de res que lleva plátano verde, en un mole a base de semilla de calabaza. El frijol con puerco puede ser negro, de carita o pelón y la carne va fresca o salada, complementada con su chile “habanero” soasado.


Las enchiladas tabasqueñas son de carne bien picada a la que se añaden pasitas, almendras, aceitunas y alcaparras. La salsa, riquísima, es una alianza de chile guajillo con ajonjolí. Las empanadas se hacen saladas y dulces, pero hasta aquellas suelen llevar algo de azúcar y son exquisitas las de queso, bien azucaradas.


Animales, verduras y hierbas propias de la región aportan su tono peculiar a una comida que tiene algo de agreste y mucho de refinada. El momo, el chipilín y la chaya hacen inconfundibles los caldos, los tamales y los guisos de Tabasco. Son excelentes nuestros quesos frescos, sobre todo si vienen envueltos en hoja de plátano y hay otros, duros y de saborcillo fuerte, ideales para espolvorear las enchiladas. La mantequilla, envasada en Tenosique, conserva aquel inconfundible sabor de la que se hacía, para consumo doméstico, en la casa.


Los tabasqueños aliviamos calor y sed con agua de matalí (una hojita morada que en otras latitudes sólo sirve de adorno). Pero sobre todo, con pozol que es, según Santamaría: “la bebida peculiar de la gente pobre y del trabajador campesino y del indio: masa de nixtamal reventado, molida en grueso, que se bate en agua fría en jícara… tómese también agrio o fermentado por el calor natural… con sal, pimienta y aún chile” y el chorote: “bebida preparada en frío con maíz cocido, caco tostado y molido, pudiendo llevar también azúcar; propiamente es el pozol con cacao”. El polvillo mezcla pinole (maíz tostado) con un poquito de cacao.


Con esas bebidas refrescantes, se puede acompañar el dulce de frutas en conserva, como el de cidra de tomo largo, el de naranja agria, el de nance o el de “oreja de mico” que no es sino dulce de una papaya chica que recuerda la oreja de un monito pequeño. El pan de huevo acompaña al chocolate, cuando no hay panetelas o marquezotes propicios.


En cuanto a postres, el papín es el flan regional, hecho de leche, huevos y canela; el budín se hace de maíz tierno y la sopa borracha es un parquezote con dulce de coco espeso y buen vino seco.

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