3 nov 2009

Las voces de la naturaleza

VI

LLANURAS DE ALUVIÓN.


Los suelos están constituidos esencialmente, por materiales de acarreo de los ríos. También lo ha dicho Pellicer con una metáfora: “Esta es la parte del mundo en que el piso se sigue construyendo”. Y, en otras palabras, lo ha escrito Rosario Gutiérrez Eskildsen: “Esta planicie se formó de los deslaves que los ríos caudalosos, como brazos potentes, hicieron de las montañas de Chiapas. Tierra tropical con tantos ríos y arroyos como estrellas hay en el cielo, geológicamente es una enorme cantidad de arenas de aluvión, abandonadas por las corrientes que la surcan”. Predominan en Tabasco los suelos arcillosos.


La mayor parte del territorio es una planicie que se extiende a la vista, sin obstáculo alguno, hasta el horizonte. Al sur, sin embargo, existen algunas elevaciones que forman parte de la Meseta Central de Chiapas. Entre los montes o cerros más importantes de encuentran: el Madrigal, que tiene aproximadamente mil metros de altura sobre el nivel del mar; La Campana, La Corona y Poaná en Tacotalpa; Mono Pelado en Huimanguillo, y el Tortuguero en Macuspana.

La constitución de los suelos tabasqueños –que en su mayor parte son llanuras de aluvión –los hace inmejorables para la agricultura, sobre todo de cultivos perennes tales como el cacao, el plátano y el coco.

La naturaleza fue pues, pródiga con Tabasco, el lugar más rico de la República en recursos hidráulicos; José Eduardo de Cárdenas daba testimonio de ello, a principios del siglo XIX: “La feracidad de su terreno regado con bellos ríos y riachuelos es tal y tan varia en preciosas producciones, que puede parangonarse con los países más fecundos… Allí vive de asiento la primavera…” La flora y la fauna y el petróleo integran, con el agua, las riquezas naturales de nuestro estado.

Pero no hay que olvidar que si flora y fauna son recursos renovables y si el agua, esa gran fuente de energía, seguirás prodigando sin cesar sus favores y también sus eventuales infortunios a los tabasqueños, el petróleo es un recurso no renovable, es decir, que acabará por agotarse.

De ahí la necesidad de aprovechar los beneficios que ahora produce el petróleo, para fortalecer y consolidar la riqueza permanente de Tabasco: la agricultura, la ganadería y la pesca; la industria beneficiadora de la materia prima que producimos (cacao, copra, plátano, azúcar, carne, pescado, etc.); la incipiente industria turística, etcétera. Siendo nuestra tierra tan rica y nuestras aguas tan abundantes no se justifica que, todavía, muchos tabasqueños padezcan desnutrición por una insuficiente alimentación.

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