3 nov 2009

Las voces de la naturaleza

VII

ENTRE SELVA Y SABANA.


Seis son los tipos de vegetación que se dan en Tabasco: la selva baja de hoja caduca (pierde su follaje en la época de seca), selva alta siempre verde, selva baja siempre verde, la sabana, el manglar y el popal – tular.


Los tipos selváticos han sido ampliamente sobreexplotados con fines pecuarios extensivos o agrícolas nómadas, lo que ha originado la desaparición casi total de la vegetación original y una subutilización y pérdida del suelo. Las especies representativas de este tipo de vegetación son el cedro y la caoba.

La sabana se caracteriza por una gran diversidad de pastos, los suelos tienen mal drenaje por lo que la sabana permanece inundada durante la época de lluvias, las especies que se encuentran son forrajeras como el tachicón y los pastos pangola de África, privilegio, jaragua y alemán.

La vegetación de manglar se localiza principalmente en las orillas de las lagunas costeras, de bahías protegidas y las desembocaduras de los ríos. Se dan en suelos profundos y de agua salina y estancada. En el manglar se encuentran especies leñosas, algunas arbustivas, otras arborescentes, permaneciendo siempre verde. La especie característica es el mangle; hay mangle rojo, negro y blanco. El blanco sirve para hacer carbón y postes para cercas, el rojo es rico en taninos, sustancia que sirve para curtir pieles.

Esta vegetación se considera propicia para desarrollar la acuacultura, ya que sus raíces sirven de sustrato para el desarrollo de una fauna acuática diversa como son ostras, almejas y langostinos.

El popal – tular se desarrolla en grandes superficies pantanosas o de agua dulce permanentemente estancada. El popal está formado por plantas herbáceas, de hojas grandes y anchas. En el tular se encuentran especies como Thypa, que se utiliza para el tejido de juguetes y petates. En ambos casos la vegetación es tan densa que apenas deja ver el pantano que esconde debajo.

La flora de Tabasco es variadísima en árboles, arbustos y hierbas. Abundan los árboles frutales como el zapote (el mamey de otros rumbos), el tamarindo, la pitahaya, el nance, el chicozapote, la guaya, la hondura, la pomarosa, el marañón, el guanábana, el naranjo, el toronjo, el limonero, pan de sopa (árbol del pan), el cocotero, el plátano, el zapote prieto y el deliciosos chinín, así como el aguacate; todos ellos más o menos corpulentos y con frutos de sabor inigualable. El cafeto merece también ser nombrado, puyes de él se extraen unas semillas que al ser tostadas y molidas producen una deliciosa bebida: el café. Del tronco del árbol del cacao cuelga su espléndido fruto. Las plantaciones ofrecen una acogedora sombra gracias a las matas “madre” que cobijan al cacao. Tubérculos como la yuca y el macal, hierbas como la chaya, el chipilín y el momo (hierba santa) y chiles como el amashito son propios de esta tierra.

Crecen en nuestro territorio numerosos árboles ornamentales: la palma real alcanza los 20 metros de altura y tiene, en su parte superior, un majestuoso penacho que la hace aparecer como una sombrilla natural; hay framboyanes que incendian con sus llamaradas color naranja el verdor de nuestro paisaje, el guayacán de bella flor amarilla y el macuilis que se llena de flores lilas en primavera. La centenaria y majestuosa ceiba, que en épocas remotas fue venerada por nuestros antepasados, ha logrado subsistir pese a que ha sido muy explotada. Subsisten árboles de maderas preciosas, cedro y caoba, en exiguas cantidades.

Así es Tabasco. Un paisaje de selva exuberante que alterna con vastas extensiones de sabana donde pasta el ganado. Colinas suaves, lagunas, ríos, riachuelos y arroyos. Árboles enormes, de fruto y de flor, bejucos que se enredan en los tallos y helechos que proliferan en la umbría humedad de la selva o en las márgenes de arroyuelos y ríos.

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